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viernes, 23 de abril de 2010

CANTARINA

Me llamo Reluciente. Soy una vasija de barro y antes creía ser la mejor vasija del mundo.
Voy colgada de un palo largo que el aguador lleva sobre sus hombros. Al otro extremo del palo está Cantarina, una vasija muy antigua que tiene grietas. Al principio yo la despreciaba porque ella perdía agua y yo no. Por eso un día Cantarina le dijo al aguador:
- Lo siento, aguador. Ya no puedo hacer bien mi trabajo. Deberías cambiarme por una vasija nueva.
El aguador le dijo:
- No voy a cambiarte nunca, Cantarina, porque tú me alegras el camino todos los días. ¿Ves todas esas flores del camino? Yo sembré las semillas y tú las has estado regando todos los días con el agua que perdías.
Cantarina se sintió feliz y orgullosa de ser útil al aguador y yo avergonzada por haberme creído mejor.

MIGUEL D.

jueves, 22 de abril de 2010

EL VERDADEDO VALOR DE PAULA

Había una vez una niña sudamericana que se llamaba Paula, tenía doce años y estudiaba en el IES “ Universidad laboral”. Paula era alta, morena y tenía los ojos azules. Últimamente estaba muy triste, porque pensaba que los niños y niñas de su clase no la valoraban.

Un día, habló con sus tutora, Isabel, y le dijo eso que había estado ocultando durante mucho tiempo. Paula pensaba que Isabel se iba a reír de ella y por un momento se arrepintió de habérselo dicho, pero no fue así. Isabel le mostró una gran sonrisa y le dijo:

- No te preocupes, te ayudaré. Solo tienes que hacer lo que te diga.

Paula se puso muy contenta y le preguntó qué tenía que hacer. Su profesora le dijo:

- Como pronto será el mercadillo de la Semana Cultural del instituto,
tendrás que intentar vender este brazalete mío por, como mínimo, 100 euros.
Dos día más tarde, Paula estaba en el mercadillo intentando vender el brazalete, pero nadie se lo compraba porque decían que era muy caro. El brazalete era de color dorado y, aunque estaba un poco rayado, tenía unos grabados muy bonitos.
Volvió a clase y le dijo a Isabel que no había podido venderlo, porque la gente decía que era muy caro. Isabel se limitó a decirle que después de clase fuera a un joyero para que se lo valorara.
Al finalizar las clases, Paula fue a una joyería y le pidió al joyero que valorara el brazalete. Se quedó sorprendida cuando el joyero le dijo que se lo podía comprar por 250 euros.
Al día siguiente le contó a su tutora lo que le había dicho el joyero e Isabel le dijo que ella era como ese brazalete, que a lo mejor algunas amigas no sabían valorarla, pero si preguntaba a las personas que la querían seguro que ellas sí sabían.
Ahora Paula está en cuarto de la ESO y es una niña –bueno, no tan niña ya- muy feliz.

GRISTEA

lunes, 25 de enero de 2010

SOMOS DE COLORES

Hace un año mi familia y yo nos trasladamos a España. Tuvimos que salir de nuestro país porque la vida allí era muy difícil.
Cuando llegamos, mis padres se pusieron a buscar trabajo y yo comencé mis estudios en un colegio donde había pocos extranjeros. Los primeros días me costó adaptarme porque no conocía a nadie, el idioma para mí era nuevo, pero no tuve problemas en aprender pronto. Me esforzaba en estudiar, hacer amigos, en explicarles a mis compañeros las costumbres de mi país, pero notaba que me rechazaban, no sabía por qué.
Si veía que alguno estaba triste intentaba consolarle, pero siempre me daban de lado. Me gusta jugar al fútbol y cuando en el recreo quería jugar con ellos siempre me decían que no. Nadie quería ser mi amigo. Pero un día se me acercó un compañero y me dijo:
- Quiero que seamos amigos, a mí no me importa el color de tu piel, lo importante es ser buena persona y yo veo que tú lo eres.
A partir de entonces me sentí feliz. Poco a poco todos me aceptaron y ahora tengo una pandilla de grandes amigos.

DANIEL

lunes, 30 de noviembre de 2009

FRANCISCO

Francisco, un niño de 12 años, alto y con el pelo castaño, era muy serio. Iba al colegio de su barrio , donde estudiaba 1º E.S.O. Tenía muy pocos amigos. Sus pocos amigos le pedían jugar al futbol y Francisco les decía siempre que no podía. Sus amigos creían que él era aburrido, que era tan aburrido como una charca sin peces. Un día sus amigos le vieron cruzando un paso de peatones con una señora ciega y pensaron que era su madre.
A a partir de entonces sus amigos empezaron a enterarse de muchas más cosas: como que Francisco ayudaba a su madre a poner la lavadora, poner y quitar la mesa, bañar a su hermano pequeño, contarle a su madre las imágenes que salían en la tele, leerle el periódico y acompañarla a la compra. Sus amigos pensaron que era un niño diferente porque tenía que cuidar a su madre, hacer tareas de la casa e ir al colegio y hacer los deberes.Encima sacaba buenas notas.
Al poco tiempo todos los niños del colegio sabían lo de Francisco. Después se enteraron los profesores. Cuando Francisco pasaba por los pasillos todo el mundo le conocía y le sonreía. Él también empezó a saludarles y a sonreírles. Sus amigos ya no decían que era serio y aburrido, sino que era muy responsable. Y al final Francisco fue el niño más conocido de todo el colegio.



Jean Michel Jarre - Palomitas de Maiz





El relato es de RAMÓN. La música también nos la envía él.