miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cuaderno de bitácora

Viernes, 19 de noviembre de 2011

Por fin el último día de la semana en mar abierto, era un día en el que las olas, al rugir del viento, nos volvieron a despertar. El día empezó un poco triste por el tiempo,pero más tarde levantó un día estupendo.
Nos levantamos todos los tripulantes de nuestros camarotes, nos vestimos, nos duchamos y desayunamos para empezar con buen pie nuestro rumbo, lleno de nuevas aventuras, dispuestos a afrontarlos como unos verdaderos grumetes.
La primera clase que tuvimos fue con la comandante que nos enseña Lengua española, Marisa. Nos  estuvo expilicando cómo los poetas hacían sus poemas y de qué tipo son.
A segunda hora, estuvimos con la única comandante de este barco que es capaz de enseñarnos el inglés, debido a que ella es de habla inglesa, la comandante Lola. Nos enseñó cómo hablar en pasado y en participio con los verbos ingleses.
En la tercera clase el comandante que nos hace ser los más deportistas de la alta mar, Pedro nos dejó  que jugáramos nuestros partidos en la borda, pero eso sí de baloncesto, como no.
Al fin nuestra esperada media hora de descanso, que tanto deseamos para estirar las piernas, hablar con los amigos o seguir haciendo más deporte... Pero sin olvidarnos de nuestro almuerzo, que nos da la enrgía suficiente y necesaria para seguir con nuestra dura mañana.
Al acabar el descansillo, estuvimos con Rosa, la comandante que nos explicó  cómo las empresas invierten en bolsa y sube su cotización, aunque terminó enfadada porque tres tripulantes hicieron cosas que no debían y los mandó a hablar con los jefes superiores del barco.
Después estuvimos dibujando en el camarote más lejano del barco con Rafa; a algunos les salió bien y a otros mal.
A última hora estuvimos con el francés. Miguel Ángel nos hizo una prueba escrita para ver qué ocurriría si nos encontramos con un barco francés.
Así terminó la semana en este barco y nos esperarán nuevas clases y aventuras.


Adrián Fernández

Lunes, 21 de noviembre de 2011


Ya era hora de levantarse, como todas las mañanas había sonado el despertador y había fastidiado ese  dulce sueño, que te hacía navegar por los siete mares.
Tras ducharse, vestirse y desayunar, ya estábamos listos para embarcar rumbo a las clases.
Nada  más salir a popa nos encontramos con una densa niebla que impedía la visibilidad del horizonte y a los pocos minutos desaparecía.
A primera hora de la mañana nos dispusimos a trabajar nuestro francés con el comandante Fornelino, pero no pudo presentarse a clase porque estaba indispuesto por el bravo oleaje del día anterior. Para sustituirle vino Rafa, nuestro comandante profesional en artes plásticas, con el que estuvimos avanzando nuestra técnica de dibujo.
Tras la clase de Rafa, vino nuestra comandante de geografía, Rosa, que nos explicaría el tipo de sectores agrarios y el sector primario de las diferentes partes del mundo.
Nada más terminar la clase se presentó la comandante de matemáticas, Mercedes, con la que estuvimos practicando las sucesiones, aunque un poco liosas, poco a poco, las fuimos comprendiendo.
¡Por fin la hora del descanso!
Hoy hemos jugado un partido de fútbol, pero las olas se han empezado a agitar y hemos tenido que suspender el partido.
Aun así hemos estado mirando el horizonte, hablando de nuestras "batallitas,  poco después el mar volvía a estar tranquilo.
Después del descanso, la comandante Lola nos enseñó el inglés.Más tarde nos hemos cambiado de sitio para no hablar. Hoy hemos repasado el conteninido de los libros de texto para la prueba final. Más nos vale estudiar los verbos irregulares, porque si no sería un desastre.
A continuación nos dirigimos a cubierta para encontrarnos con nuestro preparador físico, el comandante Pedro. Hoy empezaríamos con un nuevo deporte, el hockey, teníamos que introducir con un palo alargado, terminado en una cabeza, llamada pipa,  un pequeño  disco de plástico redondo en una pequeña portería, que nos llegaba por la cintura.
Para terminar la jornada tuvimos clase con Rafa y así continuar nuestro dibujo de los mapas de la travesía.
El sonar de la bocina significó el fin de la jornada.
Mañana habrá seguro alguna nueva aventura y anécdotas que contar.


Raúl Fresneda

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