lunes, 13 de junio de 2011

Los nombres alocados

Había una vez una niña que se llamaba Sofía. Todos sus amigos se llevaban genial con ella, aunque a Sofía le gustaba mucho contar historias alocadas.
Tenía mucha imaginación y todos los días sin excepción tenía una historia nueva que contar.
Un día se inventó una historia cuya protagonista se llamaba Clotarina, tenía dieciséis años; ella era muy aventurera y le encantaba encontrar animales y cuidarlos, a cada uno le ponía un nombre alocado. A un conejito le llamó Rapidolete, a una tortuga, Lentorta y así con todos.
Cada vez que Sofía contaba una historia alocada a sus amigos, se reían mucho y se lo pasaban en grande.


Raquel

jueves, 9 de junio de 2011

El rey Refránico

Érase una vez un rey llamado Refránico que vivía en su castillo junto con su mujer, la reina Enfermica, sus siervos y su hijo recién nacido, Protestino.
Un día, la reina enfermó. Todos pensaron que era una gripe normal, como la que le solía entrar dos otres veces al mes, pero no, se le complicó y murió.
Pasaron los años y Refránico, como había acordado con su mujer tiempo atrás, no contrató a un tutor para educar a su hijo, decidió educarlo él. Protestino no paraba de protestar, porque él quería un tutor, al igual que los demás príncipes de su edad, mas su padre insistió.
A Refránico siempre le habían gustado los refranes, así que decidió educar a Protestino así, mediante refranes.
-¡Pero papá!-decía Protestino- ¿Por qué no me puedes enseñar las cosas como se las enseñan a los príncipes de mi edad?
-Porque no, no lo haré,-dijo Refénico-ya sabes que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Protestino creció y fue el mejor rey que hubo nunca.

GRISTEA