Había una vez un niño que tenía muchos deberes del colegio. Él creyendo que iba a acordarse de todos no los apuntó; al llegar a casa hizo todos de los que se acordaba, pero su memoria le falló y se dejó algunos por hacer.
Al día siguiente la profesora le riñó tanto, que a partir de entonces siempre los apuntaría en la agenda. Por eso, más vale lápiz corto que memoria larga.
Raquel
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